El aislamiento térmico de las construcciones es fundamental para obtener un máximo confort térmico, con el mínimo uso de medios complementarios de calefacción y refrigeración.
Permite ahorrar energía y dinero, a la vez que ayuda a reducir el impacto que produce en el medio ambiente el consumo de energía, resultando en una ganancia neta a lo largo de la vida útil del edificio.
El aislamiento térmico también permite evitar condensaciones, tanto superficiales como intersticiales en los cerramientos exteriores de la construcción. Estas condensaciones acaban dañando el cerramiento en el largo plazo.
Un buen aislamiento, acompañado de sistemas pasivos de ventilación, también permite mejorar la calidad del aire, que se verá libre de polvo y polen al evitar abrir ventanas para mantener la casa a temperaturas de confort.